Desde que aprendemos nuestras primeras armas en el softbol, nos enseñan que, a pesar de que todos se refieren al catcher como "ese que está sentado atrás del bateador sin hacer nada", esta posición es una de las claves dentro del equipo. Enseguida preguntamos ¿por qué?, y ahí los entrenadores nos dan un listado de motivos por el cual creerles: es el que observa todo el juego de frente, por lo tanto tiene otra perspectiva; es el que está más cerca del árbitro, por cualquier inconveniente, y del bateador contrario, para intimidarlo; es el que tiene que controlar al pitcher; es el que debe estudiar a cada bateador e identificar cuál es el mejor lanzamiento para neutralizarlo; es el que debe leer cada situación y decidir cuál es la mejor jugada...
En medio de todas estas tareas que el catcher debe cumplir, se le enseña "el arte de pasar señas": que las rodillas van así para que no te vean los corredores de las esquinas, que separá los dedos para que el pitcher te entienda, que ponete cintitas si es de noche, que pasá varias para despistar al corredor de segunda, que asegurate que todo el equipo las entienda, y que el pitcher las obedezca...
Seguro la mayoría de los lectores han vivido estas situaciones con anterioridad, que parecen casi cómicas, ahora bien, durante los entrenamientos se martiriza al catcher para que lleve adelante todas estas acciones, para que conduzca al equipo, para que controle al pitcher, para que intimide a los contrarios, para que mantenga al umpire correcto, y demás, pero cuando llega la hora de los partidos, principalmente de los importantes, el coach se olvida del valor que tiene esa posición y de todo lo que le enseñó a quien esté ocupando ese lugar, y le quita su rol de ideólogo dentro del campo, para que pase a ser sólo un ejecutor de lo que él cree correcto, por ejemplo indicándole desde el banco qué se debe pitchear en cada lanzamiento, y qué jugada debe hacerse en cada situación.
Doble mensaje para el catcher, quien se esfuerza al máximo para aprender cosas que jamás podrá poner en práctica por sí solo, y para el equipo, que tiene confianza ciega en esa persona y comienza a dudar en realidad de su capacidad al verlo desligitimado por el coach.
Si el catcher no se equivoca con sus elecciones, ¿cómo aprende?. Si un bateador no le manda una trepadora a los jardines, por ejemplo, ¿cómo se da cuenta que a ese no se le debe pitchear en la zona alta?. Éste es un ejemplo muy tonto, pero ilustra lo que quiero trasmitir.
El coach asume el rol del catcher, cómodamente desde su banco, y podrá confundirse o no en sus elecciones, actuando así sobre los resultados, pero hay algo que sólo el catcher puede hacer, sólo él sabe si su lanzador está preparado para pitchear lo correcto en cada momento, si está veloz ese día, si se siente cansado o puede trabajar con muchos tiros, si está en zona o descontrolado, si se siente confiado "con su mejor tiro", si su autoestima es la justa para cargarse al equipo contrario, o si sólo puede rendir para que su propia defensa se encargue del resto de la tarea.
Parece todo tan claro, tan exacto, tan básico, y sin embargo aún hoy, y desde hace muchísimos años, se ve cómo nuestra selección mayor (supuestamente la más experimentada) recibe señas y demás decisiones desde el banco, minimizando así al catcher, al alma y mente del equipo, convirtiéndolo así en "ese que está detrás del bateador, sin hacer nada"...
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Gracias y disculpen la molestia.
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