El 17 de agosto de 1995, falleció en la ciudad que lo vio nacer, en su querida Habana, el Profesor Don José Antonio Quintana Godínez, “Guanábana” o “Joseíto”.
A veces la vida, José, nos da un mal bound y nos juega alguna mala pasada.
Los que lo quisimos casi con veneración y quienes lo seguimos respetando, sabemos que Ud. habrá luchado -bate en mano y hasta el último strike- contra la muerte en un hospital de “Labana”.
Sabemos también, José, que no se habrá amedrentado frente a ese pitcher invencible y a la vez árbitro de sus propios lanzamientos que es la muerte y que, sin dudas, se lleva de Ud. más de un jonrón.
Es más, me lo imagino desafiándolo, mirándolo con ese orgullo cubano que Ud. derrochaba, y esa sonrisa enorme y blanca.
Pocos valoraron adecuadamente el último y gran esfuerzo que realizó volviendo a nuestra tierra a enseñar lo mucho que sabía. Recuerdo que una vez me dijo “Si el Comandante supiera que pese a estar jubilado sigo trabajando, seguro que me diría “Vaya Joseíto, tú si que eres un gran cubano”. No le quepan dudas compañero, Ud. fue un gran cubano.
Lo vamos a extrañar José, se lo garantizo. Ya no habrán más “metralletas negras” (así le decíamos a su fungo) para acribillarnos a pelotazos; ya no habrán noches ni madrugadas enteras mirando béisbol por televisión; ya no haremos “viejitas” y ya no habrán expresiones tan suyas y ahora definitivamente tan nuestras como “hay quien llega y...”; “chucho”; “medibeis”; “siol”; “tubei” o “enjuiciar” y ni que hablar del cubanísimo “cabaiero” o el “muchaaacho” estirando la letra “a”.
Al Profesor Quintana Godínez le sobreviven su amada esposa Hilaria; sus dos hijos y sus tres nietos.
Había jugado pelota en las ya míticas ligas negras o negro leagues organizadas por Rub Foster en los años de la ignominiosa segregación racial. Hasta estos días ha llegado el recuerdo de su potente brazo derecho.
Fue el verdadero padre del softbol en Cuba, transformando un pasatiempo de jugadores acabados en un deporte de alto rendimiento; ágil y de primer nivel. Llegó a conseguir el tercer puesto en el mundial de 1988 y logró también numerosos títulos centroamericanos y del Caribe. Fue reconocido y respetado en todo el mundo del softbol y el mérito del quinto lugar obtenido en el Mundial de Filipinas por nuestra Selección Masculina Mayor, es sin dudas enteramente suyo.
Yo no puedo garantizarle, Don José, si allá arriba existe algo. Pero si es como dicen (con envidiable fe) los afortunados un lugar donde todo lo que anhelamos en la tierra se cumple, me gustaría -si es que Dios es misericordioso conmigo- que una soleada tardecita de domingo nos encontremos en alguna cancha celestial y Ud., otra vez, me elija entre tantos y señalándome el lado izquierdo del terreno me ordene “Pablo, al leifil”.
Yo se que todos los hombres mueren, pero a veces tengo la amarga sensación de que la muerte se ensaña con aquellos que más queremos.
A veces la vida, José, nos da un mal bound y nos juega alguna mala pasada.
Los que lo quisimos casi con veneración y quienes lo seguimos respetando, sabemos que Ud. habrá luchado -bate en mano y hasta el último strike- contra la muerte en un hospital de “Labana”.
Sabemos también, José, que no se habrá amedrentado frente a ese pitcher invencible y a la vez árbitro de sus propios lanzamientos que es la muerte y que, sin dudas, se lleva de Ud. más de un jonrón.
Es más, me lo imagino desafiándolo, mirándolo con ese orgullo cubano que Ud. derrochaba, y esa sonrisa enorme y blanca.
Pocos valoraron adecuadamente el último y gran esfuerzo que realizó volviendo a nuestra tierra a enseñar lo mucho que sabía. Recuerdo que una vez me dijo “Si el Comandante supiera que pese a estar jubilado sigo trabajando, seguro que me diría “Vaya Joseíto, tú si que eres un gran cubano”. No le quepan dudas compañero, Ud. fue un gran cubano.
Lo vamos a extrañar José, se lo garantizo. Ya no habrán más “metralletas negras” (así le decíamos a su fungo) para acribillarnos a pelotazos; ya no habrán noches ni madrugadas enteras mirando béisbol por televisión; ya no haremos “viejitas” y ya no habrán expresiones tan suyas y ahora definitivamente tan nuestras como “hay quien llega y...”; “chucho”; “medibeis”; “siol”; “tubei” o “enjuiciar” y ni que hablar del cubanísimo “cabaiero” o el “muchaaacho” estirando la letra “a”.
Al Profesor Quintana Godínez le sobreviven su amada esposa Hilaria; sus dos hijos y sus tres nietos.
Había jugado pelota en las ya míticas ligas negras o negro leagues organizadas por Rub Foster en los años de la ignominiosa segregación racial. Hasta estos días ha llegado el recuerdo de su potente brazo derecho.
Fue el verdadero padre del softbol en Cuba, transformando un pasatiempo de jugadores acabados en un deporte de alto rendimiento; ágil y de primer nivel. Llegó a conseguir el tercer puesto en el mundial de 1988 y logró también numerosos títulos centroamericanos y del Caribe. Fue reconocido y respetado en todo el mundo del softbol y el mérito del quinto lugar obtenido en el Mundial de Filipinas por nuestra Selección Masculina Mayor, es sin dudas enteramente suyo.
Yo no puedo garantizarle, Don José, si allá arriba existe algo. Pero si es como dicen (con envidiable fe) los afortunados un lugar donde todo lo que anhelamos en la tierra se cumple, me gustaría -si es que Dios es misericordioso conmigo- que una soleada tardecita de domingo nos encontremos en alguna cancha celestial y Ud., otra vez, me elija entre tantos y señalándome el lado izquierdo del terreno me ordene “Pablo, al leifil”.
Yo se que todos los hombres mueren, pero a veces tengo la amarga sensación de que la muerte se ensaña con aquellos que más queremos.
Escrito por Pablo Vírgala, quien luego de haber publicado estas palabras hace muchos años en los periódicos paranaenses, hoy las comparte con nosotros. ¡Gracias Pablo!
6 comentarios:
Ciertamente, muy emotivo. Buen blog, buena lectura. Felicidades.
Que bueno que lo recuerden así, me da mucha alegría y placer que Pablo haya escrito en el blog, se lo mucho que significo Guanábana para toda esa camada de jugadores. Saludos
Gracias changos por el cumplido! Sería bueno ver un poco más de participación de las santiagueñas por este espacio...
Diego: espero aquellas fotos del argentino kdt 97' que prometiste alguna vez!
Saludos!
Que sentido y que profundo lo que escribiste Pablo, no lo había leído antes.Te felicito. Sabén que?, con todo lo lindo que todos escribieron del profe, y lo que tantos otros sienten y no lo escriben, tengo la esperanza que él desde algún lugar esté viendo todo que sembró en un país tan distinto al de él, en una tierra lejana y con gente culturalmente tan distinta. No es casualidad que todos los que tuvimos el privilegio que nos enseñe lo recordemos de esta manera, con tanto respeto y con tanto cariño.
gracias a todos por compartir sus sentimientos en el blog, y gracias a usted Profe, por su dedicación, por su cariño, por su sonrisa inmensa. Silvina Caño
Melina, no olvide la promesa, el tema es que aun sigo en la búsqueda. Todavía no pude dar con esas fotografías. Aunque en la búsqueda conseguí otras fotografías viejas, pero de femeninos de mi club. Digo por si te interesa, digo para armar algún salón retro o algo así.
Diego: podés mandar esas fotos comentadas para nuestra sección "imágenes" o "anécdotas".
Saludos!
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